Il miele ereditato

LA MIEL HEREDADA

Mi abuelo era el río que fecundaba esas tierras.
Lleno de innumerables manos y ojos y oídos.
Y, al mismo tiempo, ciego y taciturno como un árbol.
Era la barba antigua y la voz profunda de la casa.
Era el sembrador y el fruto. La cepa rugosa.
El índice del tiempo y la sangre propicia.
Mi abuelo era el invierno con las manos floridas.
Era el propio río que poblaba las tierras.
Era la propia tierra que moría y renacía.

Mi abuela era la rama curvada por los nacimientos.
Era el rostro de la casa sentado en la cocina.
Era el olor del pan y la manzana guardada.
Era la mano del romero y la voz del conjuro.

Era la pobreza de los largos inviernos
envuelta en azúcar como humilde golosina.
Quince hijos comían de sus manos milagrosas.
Quince hijos dormían con su sueño de águila.
Muchos nietos y biznietos hemos seguido
pasando por sus brazos enjutos.
Pero ella es siempre la mano que mezcla agua y harina.
Es el silencio de la noche lleno de pájaros dormidos.
Es el brasero de la infancia con la tortilla corredora.

Mi padre era el que más se parecía a la tierra.
Debe haber nacido junto con el maíz o el trigo.
Mi padre era moreno, y dormía en su caballo.
Era como el jinete lento de la primavera.

Mis otros tíos todos se parecían a las aves del lugar.
Todos tenían algo de los árboles y las serranías.
Algunos eran poderosos como los caballos percherones.
Pero todos recordaban las cosas más cercanas a la tierra.
Era un enjambre turbulento que llenaba la casa.
Era una bandada de queltehues que anunciaba la lluvia.
Eran los zorzales que se robaban las cerezas.

Yo nací cuando eran viejos ya; cuando mi abuelo
tenía el pelo blanco, y la barba lo alejaba como niebla.
Yo nací cuando ardían las fogatas de mayo.
Y lo primero que recuerdo es la voz del río y de la tierra.

§

Mio nonno era il fiume che fecondava queste terre.
Pieno d’innumerevoli mani e occhi e orecchie.
E, nello stesso tempo, cieco e taciturno come un albero.
Era la barba antica e la voce profonda della casa.
Era il seminatore e il frutto. Il ceppo rugoso.
L ‘indice del tempo e il sangue propizio.
Mio nonno era l’inverno con le mani fiorite.
Era il fiume stesso che popolava le terre.
Era la terra stessa che moriva e rinasceva.
Mia nonna era il ramo incurvato dalle nascite.
Era il volto della casa seduto in cucina.
Era l’odore del pane e della mela conservata.
Era la mano del rosmarino e la voce della preghiera.
Era la povertà dei lunghi inverni
avvolta nello zucchero come un’umile ghiottoneria.
Quindici figli mangiarono dalle sue mani miracolose;
Quindici figli dormivano col suo sonno d’aquila.
In molti nipoti e pronipoti abbiamo continuato
a passare nelle sue braccia secche.
Ma lei è sempre la mano che mescola l’acqua e la farina.
È il silenzio delle notti pieno d’uccelli addormentati.
È il braciere dell’infanzia con la focaccia che scappava.
Mio padre era quello che assomigliava di più alla terra.
Deve essere nato insieme con il frumento o il grano.
Mio padre era bruno.. e dormiva sul cavallo.
Era come il cavaliere lento della primavera.
Gli altri miei zii assomigliavano tutti agli uccelli locali.
Tutti avevano qualcosa degli alberi e delle montagne.
Alcuni erano possenti come i cavalli normanni.
Altri avevano il volto di pietra o di grano tostato.
Ma tutti ricordavano le cose prossime alla terra.
Era uno sciame turbolento che riempiva la casa.
Era una banda di pavoncelle che preannunciava la pioggia.
Erano le cesene che rubavano le ciliege.
lo nacqui quando erano già vecchi;
quando mio nonno aveva i capelli bianchi,
e la barba l’allontanava come nebbia,
io nacqui quando ardevano i falò di maggio.
E la prima cosa che ricordo è la voce del fiume e della terra.

EFRAIN BARQUERO

Published in: on febbraio 6, 2020 at 07:33  Lascia un commento  

Granaio

GRANERO

Quiero dormir en el granero; en el granero
de vigas añosas y paredes de barro.
Que estén cerca de mí las herramientas que conocen la tierra.
Que duerman junto a mí las trenzas del verano,
llenas de ajos y cebollas. Que el pasto seco
y la leña cortada me despierten con su aliento en la noche.
Quiero dormir sobre la piel de un puma muerto por un antepasado.
Quiero dormir sobresaltado por sombras y miradas antiguas.
Que mis perros me despierten ante cada fruto que caiga.
Que el oído profundo de mi caballo, echado junto a mí,
me lleve por todos los caminos como a un jinete dormido.
Que los nudos de la madera me atisben en la sombra.
Que las frutas puestas a secar me toquen entre sueños.
Que aniden sobre mí las lechuzas centenarias,
y sus ojos sean la única lámpara encendida
para escudriñar en las tinieblas.
Quiero acechar los cambios de la noche,
no con miedo a la muerte, pero sí con asombro doloroso
ante lo que brota misteriosamente o se transforma de súbito,
o cambia de lugar en el otoño,
como los frutos y los árboles que después de cortados
siguen maturando y respirando en el granero.
Porque en la noche se llenan los cántaros más anchos,
se colorean los plumajes, los minerales se despiertan,
las bestias se humanizan, los árboles se tocan.
Y los ríos alargan sus manos infitas,
y la montaña abre sus puertas de oro,
y los vientos golpean sus alas oceánicas
para bajar a los que mueren y subir a los que nacen,
del fuego al agua,
del agua a la piedra,
de la piedra a resonar y a encenderse nuevamente.

§

Voglio dormire nel granaio; nel granaio
di travi annose e pareti di fango.
Che mi stiano vicini gli arnesi che conoscono la terra.
Che mi dormano vicino le trecce dell’estate,
piene di aglio e di cipolle. Che il fieno secco
e i pezzi di legna mi sveglino col loro alito di notte.
Voglio dormire sulla pelle d’un puma ucciso da un antenato.
Voglio dormire assalito da ombre e sguardi antichi.
Che i miei cani mi sveglino ad ogni frutto che cade.

Che l’udito profondo del mio cavallo, sdraiato accanto a me,
mi porti per tutti i sentieri come un cavaliere addormentato.
Che i nodi del legno mi osservino nell’ombra.
Che la frutta messa a seccare mi tocchi nel dormiveglia.
Che s’annidino su me le civette centenarie,
e i loro occhi siano l’unica lampada accesa
a scrutare le tenebre.
Voglio spiare i cambiamenti della notte,
non per la paura della morte, ma bensì con stupore doloroso
di fronte a ciò che germoglia misteriosamente
o si trasforma all’improvviso,
o cambia posto in autunno,
come i frutti e gli alberi che già tagliati
continuano a maturare e a respirare nel granaio.
Perchè di notte si riempiono le anfore più ampie,
si colorano i piumaggi, i minerali si svegliano,
le bestie diventano umane, gli alberi si toccano.
Ed i fiumi allungano le loro mani infinite,
e la montagna apre le sue porte d’oro,
e i venti sbattono le loro ali oceaniche
per far scendere chi muore e far salire chi nasce,
dal fuoco all’acqua,
dall’acqua alla pietra,
dalla pietra a risuonare e ad accendersi di nuovo.

EFRAÍN BARQUERO

Published in: on ottobre 17, 2019 at 07:43  Lascia un commento